lunes, 2 de agosto de 2010

Nos falta vocación para soñar

Considerando que; últimamente he leído más de lo que he escrito, he sentido una inexplicable angustia mental de la cual no logro detectar el origen, y sobre todo mis inaplacables ansias protagonistas, he decidido escribir a partir de hoy y hasta que me vuelva a sentir asqueado de hacerlo, todos aquellos pensamientos inspirados, complejos, profundos, simples, banales, de interés general, de opinión o cuales quiera que a mi juicio y consideración deban ser compartidos.
Esperando que con el pasar del tiempo aquellas personas que lo deseen, los comenten, los compartan, los critiquen y a partir de ahí, formulemos un debate que sin importar la postura que se sostenga, fomente el crecimiento de las ideas.

Es ahí, en el campo de las ideas, donde creo existe la mayor crisis generacional. Si bien es cierto que ya desde los tiempos de la antigua Grecia se escribían ensayos y postulados sobre la decadencia de la juventud, creo que cada generación tiene su “decadencia” característica, su “alarmante” crisis, por ejemplo, “valores”, “oportunidades”, “vicios” y demás cosas por el estilo, que en todo caso el tiempo y la supervivencia de la especie y del orden social establecido nos ha demostrado que por supuesto las adyacentes no son más graves que las subsecuentes, empero lo que yo considero mi “crisis” de decadencia generacional, acotando que no me estoy erigiendo como portavoz de la juventud treintañera, es definitivamente la intolerancia a aquel que piensa distinto. Nuestra incapacidad de discernir y aceptar al que discierne de nosotros. Mas decadente resulta la indiferencia al debate de ideas y en su lugar encontrar como herramienta común de disolución de polémica la descalificación, la destrucción, la omisión, el odio, o un “si wee” que de donde soy oriundo, se le conoce como “el avión”

en un estado idoneo donde las ideas se nutren y el pensamiento fluye libre, no se trata de filosofar y debatir todos y cada uno de los aspectos que nos agradan o nos desagradan, se trata de convertirse en protagonistas de nuestra vida a través de nuestro paso por el mundo, por supuesto me refiero a trascender mas allá de nuestro ciclo biológico.
Nos falta vocación para soñar y sin eso no podemos esperar la realización de nuestros sueños.

Pero una y otra vez se nos repiten discursos optimistas sobre” la grandeza de nuestro pueblo y nuestra gente” que no hacen más que sembrar ideas que germinan como viñeros sin guía, lo cual nos vuelve susceptibles a manipulación, engaño y potencialmente confinados a la intrascendencia.

¿Como cambiar eso?

Creo que una de las acciones prioritarias es fomentar el Pensamiento Crítico, y para eso es que he redactado y compartido públicamente este primer escrito, para fomentar el libre tránsito de ideas.

Espero nos estemos leyendo seguido.